Should we let robots steal our creativity?

¿Deberíamos dejar que los robots nos roben la creatividad?

Se están acercando

“Ten cuidado. Muy pronto tú también serás reemplazado por un robot.” -- me dijo el cliente que atendía en mi trabajo mientras examinaba con curiosidad el nuevo sistema que automatizaba algunos de los servicios con los que antes ayudábamos a los clientes de forma manual.

"Lo sé, ¿verdad? Da miedo."-- respondí yo en forma de broma.

Entonces él dijo algo que me quitó la sonrisa.

“¡Sí, por supuesto que da miedo! Si las cosas siguen como van, ¿adónde van a a empujar a la humanidad? ¿Qué podríamos nosotros hacer si los robots lo llegan a hacer todo?”

Inmediatamente sentí la pesadez de sus palabras mientras el cliente seguía alejándose.

Como artista, lo primero que pensé fue: “¿Qué pasaría con el arte? Si los 'robots' pueden hacer arte igual o mejor que nosotros, ¿deberíamos seguir haciendo arte? ¿Qué sentido tendría entonces?”

La máquina gana

Las palabras del cliente me recordaron más tarde un artículo que había leído en el que alguien presentó una obra de arte hecha con I.A. a un concurso de artes digitales, el cual ganó (para leer el artiículo, puedes ver www.smithsonianmag.com ).

Últimamente, he estado viendo por todas partes todas estas plataformas de I.A. que pueden generar vídeos e imágenes  con la misma o mayor calidad  que la de un profesional del arte con solo hacer click en un botón.

Este tema tiene demasiados puntos de vista para analizar, así que ni siquiera voy a intentar desmeduzarlos o actuar como si supiera la respuesta correcta.

Sinceramente, el tema es confuso. Hay demasiadas cosas que considerar.

Sin embargo, hay una cosa que no me confunde y que quiero compartir contigo.

¡Fuego en la cocina!

Cuando era pequeño, recuerdo que una noche mis padres estaban cocinando y yo me sentí muy intrigado por esa luz brillante y gaseosa que emitía calor debajo de las ollas.

“¿Qué es eso, mami?” -- le pregunté a mi mamá mientras señalaba la estufa.

“¡Sal de la cocina!” -- gritó ella asustada al verme tan cerca de la estufa. "¡Eso es fuego! ¡Te vas a quemar!”

Después de que me sacó a la fuerza de la cocina, me escabullí de nuevo a la cocina para ver el fuego de cerca una vez más.

Histérica, mi mamá llamó a mi papá.

Mi papá salió del cuarto claramente furioso después de que mi mamá le explicó el problema.

Es cierto que me asusté al ver la expresión de rabia de mi papá.

Pero me asusté aún más cuando él me agarró de la mano, dejando mi dedo índice afuera y poniéndolo muy cerca del fuego.

Estaba tan cerca que, aunque el fuego no me tocó, sentí esa aparente sensación de quemazón de la que me advertía mi mamá.

“¿Quieres quemarte? ¿¡Ah!?” -- me regañaba mi papá mientras yo intentaba en vano liberarme de su agarre mientras suplicaba en voz alta: “¡¡¡NOOOOO!!! ¡Por favor, no!”.

"¿Lo entiendes ahora? -- preguntó papi, liberándome de su agarre.

Me quedé allí, asintiendo con la cabeza mientras un río de lágrimas corría por mi rostro.

Y fue entonces cuando aprendí por primera vez lo que era el fuego y que el fuego quemaba.

Tuve que “experimentarlo” para poder entenderlo completamente (sí, sé lo que pensaste: probablemente hay un millón de mejores formas y menos traumáticas de enseñar a a un niño sobre el fuego).

Así como esta lección que mi padre intentó enseñarme sobre el fuego sin muchas palabras, hay otras cosas sobre la condición humana que necesitan ser experimentadas para poder ser entendidas.

Por ejemplo: la creación artística.

Mueve tu trasero del sofá

Lo he dicho en otros artículos: o estás consumiendo arte,  estás haciendo arte, o ambas cosas.

Piensa en el éxtasis que te da cuando ves a esa pareja de la película navideña finalmente confesando su amor y besándose amorosamente; hay algo en ti que no solo quiere ver esa hermosa escena: quieres experimentarla .

Tú quieres ser quien besa; tú quieres ser quien hace el amor, y no quieres quedarte solo como espectador.

Es hermoso cuando puedes consumir arte.

Pero habrá momentos en los que sentirás la necesidad de ser tú quien haga arte.

Se podría argumentar aquí que consumir arte es una forma de experimentarlo.

Sí, pero consumir arte únicamente no te permitirá vivir la experiencia completa.

Este ciclo de consumir versus producir arte, en cualquiera de sus formas, es extremadamente humano y hermoso, y una práctica que vale la pena proteger.

Deshacerse de cualquiera de los dos extremos del proceso será perjudicial para nuestra salud. No puedo imaginar ningún otro resultado positivo.

Ver a otras personas hacer ejercicio puede ser instructivo y motivador, pero no te proporcionará todos los beneficios que el ejercicio provee. Tienes que mover tu trasero del  sofá y entrenar.

Conclusión

Creo que en algún momento tú y yo debemos detenernos y pensar hasta qué punto permitiremos que el avance de la I.A. invada aquellos rincones de la vida que son muy humanos.

No soy un experto en esto, pero ¿no se supone que deben existir límites para la I.A. y lo que debería hacer, independientemente de si puede o no hacerlo?

¿O será siempre la respuesta a esa pregunta “Si pueden hacerlo, deberían hacerlo” ?

Quiero decir, los ladrones pueden entrar a mi casa y llevarse mis pertenencias, pero ¿deberían hacerlo?

Entonces, la I.A. puede crear arte increíble, y no veo por qué no deberíamos consumir o apreciar ese arte.

Pero de ahí a insinuar que la creación artística humana , el lento, a veces desordenado, a veces tedioso proceso de hacer arte, es obsoleto porque I.A. puede hacerlo, es patético.

No me gustaría que la I.A. me robara el privilegio de experimentar el arte en toda su extensión.

Desde reducir el estrés y la ansiedad, hasta ayudar a reducir el ritmo ajorado de vida y estar más presente en el momento, hasta aumentar la creatividad y mejorar la función cognitiva, y construir un sentido de comunidad, hace que el arte se justifique claramente como una necesidad natural de los humanos que debe ser protegida y satisfecha.

De hecho, recientemente estuve leyendo una vieja enciclopedia sobre la historia de Puerto Rico, donde dice que las tribus indígenas (los taínos) que primero habitaron la isla solían tallar collares decorativos en piedra que usaban durante sus actividades ceremoniales.

Y como ya sabes, esta tendencia de crear arte ha sido una práctica establecida desde los inicios más primitivos de la civilización humana.

La necesidad de expresarnos a través de la creación artística está arraigada en nosotros.

Hacer arte es una práctica que vale la pena proteger y fomentar.

Los humanos pueden y deben seguir haciendo arte.

Palabras finales

Sería un hipócrita si no revelara el hecho de que mi esposa y yo usamos I.A. todos los días.

Desde nuestras cosas personales hasta algunas de nuestras operaciones comerciales con nuestra galería de arte en línea Kreation Artzone, la I.A. ha sido fundamental en asistirnos con ciertas tareas.

La palabra clave en el párrafo anterior es “asistirnos”.

Existe un libro llamado “Co-Inteligencia: Vivir y trabajar con I.A.” de Ethan Mollick que habla sobre el tipo de relación saludable que deberíamos fomentar con las máquinas inteligentes, que pueden mejorar nuestras capacidades en ciertos aspectos a través de diferentes industrias, como ayudar con tareas repetitivas o minuciosas, por ejemplo.

Sin embargo, el autor también nos advierte que tengamos cuidado de no terminar dependiendo tanto de estas máquinas inteligentes hasta el punto de descuidar el desarrollo de nuestro propio pensamiento crítico y habilidades creativas.

Debido a que estas máquinas pueden realizar literalmente la mayoría de las cosas que estamos acostumbrados a hacer, pero mejor y más rápido, el autor argumenta: “Siempre debería haber un humano detrás de las operaciones de una máquina”.

Esta dependencia enfermiza con las “máquinas inteligentes” es un peligro real, porque atentaría contra el desarrollo de nuestro propio potencial como individuos y, en última instancia, como comunidad.

Así, el autor nos invita a ser conscientes del uso y la integración de la I.A. en nuestras vidas, incluida la creación artística. 

De esta manera, no estoy en contra de que la I.A. haga o genere arte, sino de reconocer que tiene su lugar y su tiempo.

No debemos permitir que invada esos rincones sagrados donde se encuentra el espíritu humano y que nos robe el privilegio no sólo de consumir arte, sino de crearlo. En otras palabras, de experimentar plenamente el proceso artístico.

 

Autor: Jason Berberena

Artista visual, escritor y cofundador de Kreation Artzone.

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